Entre los diferentes factores que están presentes en la producción de un accidente de tráfico cabe destacar tres: el humano, el vehículo y la infraestructura (Figura 1). El factor humano es el factor más importante cuando la carretera y el vehículo se encuentran en condiciones óptimas. Asimismo, existe una parte importante de los accidentes que son ocasionados por fallos en los vehículos. Por último, la infraestructura también juega un papel esencial en la ocurrencia de accidentes, sobre todo en combinación con el factor humano. En este sentido, un deficiente trazado geométrico de la carretera o una pobre condición del pavimento están relacionados con altas tasas de siniestralidad.
A pesar de que la condición del pavimento incluye múltiples variables, esta se relaciona habitualmente con la resistencia al deslizamiento, la regularidad de la superficie o la presencia de daños en el pavimento. En este sentido, ejemplos de malas condiciones del pavimento son la presencia de daños (grietas, baches, desprendimiento, etc.), deformaciones (roderas) o una superficie pulida.
Mantener el pavimento en condiciones aceptables es primordial para asegurar una conducción cómoda y segura. Por ello, muchos estudios han sugerido que el impacto de la condición del pavimento en la seguridad vial debe incorporarse a los sistemas de gestión de firmes con el fin de priorizar las actuaciones de mantenimiento y rehabilitación.
Los métodos más comúnmente utilizados por las administraciones de carreteras para evaluar la condición del pavimente se centran en el análisis de la regularidad superficial, las deformaciones y la resistencia al deslizamiento. Concretamente, en este entrada nos centraremos en este último método, que se define a partir de la fricción que existe entre el pavimento y el neumático del vehículo. Sigue leyendo