La carrera del joven investigador

Hace apenas dos semanas se celebró el Congreso Campus FIT 2020, organizado por el Foro de Ingeniería del Transporte, cuyo objetivo principal fue el intercambio de información y experiencias científicas de jóvenes investigadores, principalmente doctorandos, en el ámbito del transporte.

Concretamente, se presentaron un total de 25 ponencias, se impartieron dos talleres formativos de la mano de las empresas PTV Group y AIMSUN, se llevaron a cabo dos conferencias invitadas y se repartieron hasta 3.000€ en premios para los tres mejores trabajos presentados por jóvenes investigadores.

En todo este interesante programa, tuve la oportunidad de ser uno de los conferenciantes invitados para charlar, desde mi propia experiencia y punto de vista, sobre la carrera de los jóvenes investigadores. Así, en esta entrada intentaré sintetizar la información que presenté en el congreso y que podéis visualizar en el siguiente vídeo.

¿Ser investigador?

Si tuviésemos que escoger si ser o no ser investigador de acuerdo a los resultados de una búsqueda rápida en Google seguramente ninguno de nosotros lo seríamos. De acuerdo al artículo titulado “El coste mental de de la carrera investigadora” de Víctor M. Lozano, según el Royal Society más del 40% de investigadores predoctorales y postdoctorales presentan síntomas de depresión o problemas relacionados con niveles altos de estrés. En esta línea, Gareth Hughes, investigador sobre el bienestar del alumnado de la universidad de Derby, comenta que “hay un sentimiento general acerca de que hacer un doctorado te enferma, si lo estás haciendo correctamente.”

Si a esto le añadimos las frases recopiladas por Lucía Aparici Tortajada en su artículo “¿Por qué quiero ser investigadora?”: “ser investigador es vocacional, si no tienes vocación mejor dedícate a otra cosa”, “es un trabajo de 24h”, “tienes que estar muy convencido porque no es un trabajo para cualquiera”, “ser investigador no es fácil, no hay suficientes recursos, no hay una gran tradición investigadora”, “para ser investigador tienes que ir al extranjero, estar solo, tendrás incertidumbre”, “si buscas un futuro estable este no es tu camino”.

¿Continuas queriendo ser investigador? Pues espero que sí, porque detrás de todo esto se esconden muchos otros datos buenos que a nosotros mismos nos cuesta exteriorizar. La investigación, personalmente para mí, trata de garantizar un mejor mañana para nuestra sociedad. ¿Eso no te parece motivador?

“Ser investigador es un estilo de vida. Sencillamente tienes que valorar y decidir si quieres serlo o noGunnar Hartvigsen

Para tratar de analizar la situación de la investigación en nuestra sociedad y adentrarnos en la carrera investigadora iremos recorriendo poco a poco cada una de las etapas presentadas en la Figura 1.

Figura 1. Etapas de la carrera investigadora.

Etapa 1. Grado & Máster

Seguramente cuando eras un niño o una niña te planteaste la pregunta “¿qué quiero estudiar?” o, lo que es lo mismo, “¿qué me gustaría ser de mayor?”. Pues bien, adivina qué quieren ser los niños y niñas de hoy en día.

De acuerdo a la encuesta que anualmente realiza Adecco a niños y niñas de toda España de entre 4 y 16 años, en 2019, uno de cada cuatro niños sueña con ser futbolista, un 15% policías, y un 6% youtubers (5,9%). Por otro lado, una de cada cinco niñas desea ser profesora, el 17% doctoras y, por primera vez en todos los años que lleva haciéndose la encuesta, un 7% quiere ser futbolista.

Y es que ni siquiera en los últimos cursos preuniversitarios se sabe qué es investigar y, además, generalmente siempre se ha asociado la investigación a las ciencias sociales o de la salud. Por tanto, algo ya de base se está haciendo mal. Y no lo olvidemos, parte de esa culpa es nuestra, pues deberíamos no solamente comunicarnos con la comunidad científica, sino también con la sociedad. Es tan importante la difusión de nuestros resultados en revistas y congresos científicos como la divulgación en medios de comunicación convencionales, tales como periódicos, notas de prensa, redes sociales o blogs personales.

En este sentido, también es necesario que reflexionemos sobre qué grado de implicación tiene la investigación en los planes de estudio. Si queremos que las empresas de nuestro país sean más innovadoras e inviertan en investigación, los profesionales que trabajan en ellas deben tener esa formación que, sin necesidad de tener un doctorado, deberían tener como base.

¿Y cómo perciben los ciudadanos la ciencia y la tecnología? Pues a pesar de que sea atractiva y que tenga una elevada compensación personal, más de la mitad de los ciudadanos considera que está mal remunerada y que cada vez es más escaso su reconocimiento social (Figura 2).

Figura 2. Percepción social de la ciencia y la tecnología en España (Fuente: FECYT)

Por tanto, nos encontramos en un sector que necesita de políticas que impulsen el valor de nuestro trabajo, siendo nosotros, los investigadores, uno de los principales agentes que deberían tomar parte de ello.

Etapa 2: Predoctoral

Financiación

Llegados a este punto debemos decidir de qué forma queremos comenzar nuestra etapa de formación predoctoral. Para ello, principalmente disponemos de cuatro vías:

  • Entorno académico:
    • Contrato FPI o FPU
    • Contrato con cargo a proyecto de investigación
    • Financiación propia
  • Entorno de la empresa:
    • Doctorado Industrial

Los contratos FPI y FPU son la mejor opción siempre y cuando tengamos también vocación docente. Si no es así, seguramente la mejor opción sea optar al Doctorado Industrial. Todos estos tipos de contratos son normalmente financiados con fondos públicos ya sea del estado, la comunidad autónoma y, en el caso particular de contratos FPI, también por las propias universidades.

En relación a la primera vía, mediante contratos de formación FPI y FPU, debo decir que existe una gran competitividad. A pesar de que la retribución, bajo mi punto de vista, es muy baja (estamos hablando de menos de 1.000 € netos al mes), te asegura un contrato de larga duración con la posibilidad de realizar colaboración docente y estancias en el extranjero.

Por otro lado, el Doctorado Industrial te permite realizar la tesis en el ámbito de un proyecto de investigación industrial o de desarrollo experimental. Principalmente, esta vía pretende fomentar la investigación en el tejido empresarial y la participación de la industria en los programas de doctorado, incentivar la transferencia de conocimiento entre la universidad y su entorno, e impulsar la inserción laboral de los jóvenes investigadores.

Si no podemos optar a estas vías, una buena opción es intentar unirnos a un grupo de investigación que disponga de los fondos suficientes para contratarnos en el marco de un proyecto de investigación. Como última opción, siempre podremos realizar la tesis con fondos propios, pero resulta de gran dificultad debido a que requiere de una gran inversión. No obstante, sea como fuese, siempre deberemos formar parte de un grupo de investigación.

Decisiones clave

Una vez solventado el tema de la financiación, a continuación enumero las 5 decisiones clave que considero debemos tomar durante la etapa predoctoral:

  1. Plan de Investigación: cuanto antes esté definido y más claro sea mejor. Para ello, indudablemente, es necesario contar con la ayuda de tu director de tesis.
  2. Entorno de trabajo: es clave para el desarrollo de tu investigación. Debes tener una buena y estrecha relación con el director de tu Tesis, de manera que tengas la suficiente confianza para hablar con él como lo harías con cualquier compañero de trabajo. Asimismo, es fundamental que te integres en el Grupo de Investigación del que formas parte. En este sentido, es importante que te abras a participar y colaborar de otras actividades de investigación que no sean de tu tesis. Seguro que es enriquecedor y te aporta nuevas ideas para tu tesis.
  3. Estancias de investigación: son bajo mi punto de vista un aspecto fundamental en nuestra formación. Es altamente recomendable que salgas de tu zona de confort, es decir, de tu grupo de investigación. Aprenderás otras maneras de trabajar. Sé una esponja, empápate de todas las experiencias y quédate con aquellas que creas que son mejores para ti. Adicionalmente, conocerás otras culturas y potenciarás tus capacidades de comunicación, tanto oral como escrita. No trates de aislarte, intégrate en el grupo de investigación de acogida. Con el desarrollo de las estancias ampliarás tu red de contactos y potenciarás tus contribuciones. En este sentido, ofrécete para dar seminarios sobre tu tema de investigación o aplicaciones que creas que pueden ser útiles para el grupo de acogida. Piensa que este puede ser el inicio para posibles colaboraciones futuras.
  4. Difusión y divulgación: es importante que seas capaz de identificar, cuanto antes, las posibles publicaciones que derivan de tu tesis así como decidir dónde publicar, es decir, qué revistas y congresos son más afines a tu tema de investigación. Como ya he comentado anteriormente, la investigación debe llegar a la sociedad. De nada sirve investigar y que los resultados se queden en el olvido. En otras palabras, la ciencia y la divulgación van de la mano. No olvides que el impacto de tu investigación se mide en función de tus publicaciones.
  5. Colaboración docente: si tu objetivo es seguir desarrollando tu carrera profesional en la universidad, será fundamental que colabores todo lo que puedas en la docencia de tu departamento. No olvides que para obtener la acreditación para ser Prof. Ayudante Doctor no vale solo con ser un buen investigador, sino que debes demostrar también tu experiencia docente. A este respecto, tanto los contratos FPU como FPI permiten colaborar hasta en 60 horas al año que, sugiero, solicites desde tu primer año de formación predoctoral.

Finalmente, es interesante que os pongáis como objetivos de esta etapa las siguientes metas:

  • Publicar 3-4 artículos en revistas indexadas.
  • Participar en 5 ponencias de congresos nacionales e internacionales.
  • Siempre que se pueda, será mejor haber disfrutado de un contrato FPI o FPU.
  • Desarrollar una estancia de investigación como mínimo de 3 meses con el fin de obtener la Mención Internacional.
  • Colaborar, al menos, en 120 horas de docencia.

Si logras estas metas no tendrás problemas en conseguir posteriormente la acreditación relativa a la figura de Profesor Ayudante Doctor.

Etapa 3: Postdoctoral

Y cuando presentes tu tesis, ¿qué opciones tienes? Aquí resumo los contratos postdoctorales más conocidos:

Actualmente, los contratos FPI te permiten realizar un año de Periodo de Orientación Postdoctoral (POP) si presentas tu tesis antes de que termine la tercera anualidad. Esta es muy buena opción porque te deja un pequeño margen para solicitar los contratos exclusivamente postdoctorales (JdC y RyC).

Realmente, de todos estos contratos, solamente podrás optar, tras la defensa de tu tesis, al contrato Juan de la Cierva – Formación, ya que el resto de convocatorias exigen que hayan pasado más años desde que fuiste doctor o los requisitos son básicamente inasumibles. Este contrato (JdC – Formación) tiene una duración de dos años y para conseguirlo se evalúan dos aspectos fundamentales: la idoneidad del candidato (50 ptos) y la calidad del Grupo de Investigación (otros 50 ptos). ¿Qué quiere decir esto? Que a pesar de que tengas muy buen curriculum, si no eliges bien el grupo al que te quieres incorporar te quedarás fuera.

En cuanto a tu curriculum, es necesario que tengas bastante experiencia en el extranjero, ya que 20 puntos dependen de ello. Ahora entenderéis porque he insistido en la realización de estancias. De hecho, este requisito hace que muchas veces los que solicitan estos contratos los utilicen como contratos de retorno y no de continuación de la carrera investigadora en España.

Por otro lado, los contratos JdC – Incorporación, como su nombre indica, es para aquellos que ya han salido de, al menos, la universidad donde hicieron el doctorado y quieren regresar. Tiene una duración de 3 años y, seguramente, tras finalizar este contrato te plantes en que hace 6-8 años que terminaste tu tesis y todavía no has podido consolidarte. Sin embargo, esto en otros países es impensable, pues se considera que tras una formación postdoc de 5 años ya se tiene la capacidad de formar tu propio grupo y consolidar tu carrera investigadora.

Finalmente, el siguiente paso sería solicitar el contrato Ramón y Cajal, que tiene una duración de 5 años. Este tipo de contrato podría ser una de las últimas opciones para acabar en la universidad, puesto que actualmente las universidades están obligadas a reservar parte de las plazas ofertadas a aquellos investigadores que han podido finalizar su etapa postdoctoral de esta manera (previa obtención de la acreditación I3).

Podrías pensar que realmente hay bastantes opciones para continuar tu carrera investigadora en España, pero, sin embargo, solo un 8-10% de los solicitantes de estos contratos lo consiguen. Esto se debe a que hoy en día en España tenemos un número excesivamente elevado de contratos predoctorales en relación al número de contratos postdoctorales (Figura 3).

Figura 3. Evolución de contratos predoctorales y postdoctorales (Fuente: Ciencia con Futuro, “La carrera científica en España”)

En cuanto a posibilidades internacionales, sin duda la convocatoria más conocida es Marie Curie. Dentro de esta convocatoria tenemos dos opciones: European y Global Fellowship. La European Fellowship financia contratos con una duración de entre 1 y 2 años en un centro de acogida ubicado en un país de la Unión Europea o país asociado. Entre todas ellas, la Standard es aquella dirigida a investigadores que quieran trabajar en organizaciones académicas.

Por su parte la Global Fellowship financia contratos con una duración en una primera fase de entre 1 y 2 años en un centro de acogida ubicado en un tercer país y una segunda fase obligatoria en un centro de acogida ubicado en un país de la Unión Europea o país asociado.

Sin embargo, como consecuencia del embudo que se genera entre la etapa pre y postdoctoral, las opciones reales que la mayoría de nosotros tiene son:

  • Abandonar la carrera investigadora y buscar suerte en el mundo profesional.
  • Trabajar como investigador por debajo de lo que sería nuestra categoría.
  • Irnos al extranjero con unos 30-32 años para volver, con suerte, antes de los 40 para consolidar finalmente nuestra carrera (fuga de talento).

Etapa 4. Consolidación

Pero no pensemos que todo es malo. Obviamente, todo este proceso nos ha traído también cosas muy positivas. De manera general, una persona que ha terminado su doctorado posee infinidad de capacidades como:

  • Resiliencia
  • Madurez
  • Capacidad de análisis crítico
  • Metodología
  • Innovación
  • Experiencia internacional y fuerte red de contactos
  • Capacidad de comunicación y síntesis
  • Capacidad de reinventarse, de seguir aprendiendo
  • Gran capacidad de trabajo en equipo
  • Enfoque a objetivos

¿Y esto nos ayudará a consolidar nuestra carrera? Rotundamente sí. A pesar de que en las universidades y centros de investigación ha descendido el número de plazas ofertadas y la tasa de reposición sigue siendo muy baja (Figura 4), estoy convencido de que las empresas cada vez van a apostar más por nosotros. Contratar doctores les va a dar ese valor añadido que seguramente les haga diferenciarse del resto.

Figura 4. Nuevas plazas en las universidades (Fuente: Ciencia con Futuro, “La carrera científica en España”).

Para finalizar, simplemente una reflexión sobre la Figura 5, que a pesar de que los datos son de Reino Unido, resume de una manera muy interesante todo lo que hemos ido tratando en esta entrada. Concretamente vemos como uno de cada dos doctores abandona su carrera investigadora para salir al entorno profesional nada más obtener el título de doctor. De los que continúan su carrera investigadora, un tercio se dedicará a la investigación fuera del ámbito universitario mientras que solo un 3,5% del global se quedará en las universidades. Además, es llamativo el número de doctores que salen al mercado profesional tras haber realizado una primera etapa de carrera investigadora, es decir, tras el periodo de formación postdoctoral.

Figura 5. La carrera investigadora dentro y fuera de la ciencia (Fuente: The Royal Society, “The Scientific Century: securing our future prosperity”).

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